Si eres madre (o padre, pero creo que esto lo vivimos especialmente las madres) sabrás lo que es convertirse en target de un sinfín de productos desde que descubrimos que hay un bebé en camino. Yo lo viví hace casi cuatro años, cuando el resultado de un test de embarazo nos cambió la vida (a mejor) para siempre.
En ese momento, es habitual que otras madres te compartan sus listas con los artículos “necesarios” para la llegada de un bebé. Os diré que he visto listas con los “imprescindibles” para un recién nacido que parecían el inventario de El Corte Inglés.
Y la cosa no mejora según van creciendo. Nos intentan hacer creer que, si no tienes un tipo de librería, tus criaturas no leerán; si no les das ciertos muebles, no serán autónomas; si no disponen de una serie de juguetes, no estarán estimuladas como deberían. Qué agotamiento.
Yo también he estado tentada muchas veces de productos porque, como os decía, soy target y saben qué teclas tocar para hacerme desear una librería, una alfombra de juego, un perchero Montessori, un conjunto de ropa o una lámina para la pared. Y ojo, no es que estos objetos (o los que a ti te tienten) sean malos,sino que me parece interesante ver qué peso le damos a los objetos en la crianza de nuestros hijos e hijas.
Os comparto algunas cosas que me han enseñado mis criaturas al respecto:
- Que cuando son muy chiquitines, les da igual todo lo que no sea estar cerca de mamá.
- Que cuando empiezan a ver mejor, les resulta igual de fascinante un muñeco que una cuchara, una tapa, la lavadora en marcha o las hojas de los árboles.
- Que un paseo sin prisa, coger el autobús o el metro, ir sentados en el carro del supermercado o merendar una tostada en una cafetería son auténticas aventuras.
- Que lo más maravilloso de los cuentos es estar bien juntitos viéndolos una y otra vez.
- Que el mejor juguete puede ser cualquiera, mientras nos tumbemos a su lado en el suelo.
Lo que me recuerdan todos los días es que lo mejor que les puedo ofrecer es mi presencia atenta y tranquila. Es un recordatorio maravilloso de que lo más valioso que podemos regalar a quienes queremos es nada más y nada menos que estar.
Ojo, que no digo que sea fácil, porque el día a día también está lleno de lavadoras por tender, noches sin dormir, trabajo remunerado que hacer y comidas que planificar. Pero en esta vorágine de criar, acordarme de que lo único que necesitan realmente es que esté con ellos, me libera de anhelos materiales (y de la frustración al ver otras habitaciones infantiles en Instagram 😉)
Si tienes peques en tu vida, ¿cómo lo vives tú? Te leo en comentarios. Gracias por estar aquí.
Un comentario
Qué bonito y qué cierto. Me extendería más en mi comentario, pero tengo aquí a la bebé mirándome, así que mejor me voy a estar presente para ella :). Gracias Inés.