*Escribí sobre esta reconfortante verdad en la primera newsletter que envié desde este rinconcito de internet y tuvo tan buena acogida que quería replicarla aquí también:
Últimamente pienso mucho en el hecho de que el futuro no existe. Es así: el futuro no existe y no hay quien sepa sin ninguna duda qué va a pasar.
Este pensamiento me reconforta cuando creo escenarios en mi cabeza sobre lo que me da miedo y me ilusiona porque, si el futuro no existe, eso significa que podemos imaginarlo.
El problema es que nos cuesta muchísimo imaginar el futuro porque tenemos la imaginación atrofiada de no usarla. A diferencia de los niños y niñas, vamos tan cargados de experiencias, certezas, miedos, inseguridades, clasificaciones, que nos cuesta imaginar un futuro mejor.
✨Tres pistas para empezar a imaginar
Una: Las obras de Madjeen Isaac, una artista americana hija de haitianos. que crea mundos que hablan de comunidad, justicia ambiental, autonomía sobre los espacios que ocupamos… Su obra, además de una preciosidad, es una invitación a imaginar otra ciudad habitable.

Dos: Jan Kamenksy es un artista alemán que crea «utopías visuales», transformando calles reales dominadas por coches en lugares acogedores para los seres humanos. Probablemente hayas estado en alguna de esas ciudades, incluso creó una transformando la puerta de Alcalá de Madrid.
Tres: Me encantó este post de Miguel Brieva Clismon sobre un futuro en el que apetece vivir, donde el deporte que lo peta es el Marülâki, (el boliche de los esquimales) y donde la energía proviene de campos de pompas de colores.
¿Y tú?
No sé si tú serías capaz de responder a estas preguntas soñando a lo grande:
– ¿Cómo te gustaría que fuera tu calle?
– ¿Tu primera hora de la mañana?
– ¿El supermercado al que sueles ir?
– ¿El patio del cole de tus hijos?
– ¿Tu jornada laboral?
Cuéntame, que me encantará conocer tus respuestas 😉